Temporada OSCyL 1 2015-2016 Turno 2

Conciertos de abono

- Sala Sinfónica
7 / 13 / 19 / 24 / 29 €

Orquesta Sinfónica de Castilla y León

Andrew Gourlay, director

Elisabeth Kulman, mezzosoprano


Ígor Stravinski (1882-1971) Juego de cartas (Ballet en tres bazas)

Gustav Mahler (1860-1911) Rückert-Lieder

Ígor Stravinski Suite para pequeña orquesta n.º 2

Serguéi Rajmáninov (1873-1943) Danzas sinfónicas, op. 45


Andrew Gourlay, principal director invitado de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León y ganador del Concurso de Cadaqués en 2010, es un artista de sólida carrera. Ha sustituido dos veces a sir Colin Davis en el Barbican, y ha trabajado junto a Kurt Masur y Valery Gergiev. Fue seleccionado por la revista Gramophone como “One to watch”, y por BBC Music como “Rising star”. 

La actual temporada de la OSCyL se inaugura con un programa que funciona tanto por afinidad como por contraste. La afinidad nace de que en cierta medida Mahler y Rajmáninov comparten ámbito temporal y un estilo que ha dado en llamarse “posromántico”. Sin embargo, como es sabido Mahler fue un autor clave hacia la atonalidad, mientras que Rajmáninov eligió quedarse al margen de todo ese mundo vanguardista, por lo que recibió —y sigue recibiendo— no pocas críticas. Stravinski, a su vez, es un mundo aparte que contrasta con ambos. Juego de Cartas es un ballet que huye de cualquier dramatismo y nos ofrece una música que a veces ha sido calificada de “neoclásica”. Por su parte, la Suite para pequeña orquesta n.º 2 contiene bailes populares, y es camerística y desenfadada.

La composición de los cinco Rückert-Lieder de Mahler data de los años 1901 y 1902, y son contemporáneos de su conocida Sinfonía n.º 5; esto da una pista en cuanto a su estilo: el autor empieza a alejarse del cuento popular y opta por un mundo expresivo más audaz. Estas cinco canciones abarcan multiplicidad de ambientes, que van desde el tono oscuro de A medianoche hasta la transparencia de Respiré una gentil fragancia de tilos.

Es conocido el hecho de que el estreno de las Danzas Sinfónicas (1941) de Rajmáninov no concitó opiniones favorables entre esos colegas a los que precisamente Mahler había marcado el camino. Se trata de la última obra del autor, y constituye una especie de testamento que resume su carrera. Sus tres partes se titulan Mediodía, Atardecer y Medianoche.

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