V Centenario de Sta. Teresa de Jesús

Conciertos Extraordinarios

- Sala Sinfónica
5 €

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Orquesta Sinfónica de Castilla y León

Paul Goodwin, director


Las siete últimas palabras de Cristo en la Cruz

F. J. Haydn


Franz Joseph Haydn es, junto a Mozart, uno de los más grandes compositores del periodo clasicista austriaco. La composición de su obra Las Siete Últimas Palabras de Cristo data de 1787 y tradicionalmente se ha dicho que fue resultado de un encargo que le hizo el canónigo de la Catedral de Cádiz. Las últimas investigaciones sitúan el encargo no en la Catedral sino en el Oratorio de la Santa Cueva al frente del cual estaba el sacerdote don José Sáenz de Santamaría, si bien las gestiones musicales las llevó a cabo don Francisco de Paula María de Micón, marqués de Méritos. El Ejercicio de las Tres Horas era una práctica religiosa originaria de las misiones jesuíticas de Perú, y se tiene constancia que se realizaba en Cádiz hacia 1730. Tenía lugar entre las doce y las tres de la tarde del Viernes Santo rememorando las siete últimas palabras que pronunció Jesús desde la cruz. Con el tiempo las reuniones se trasladaron a la Iglesia del Rosario, en el centro de la ciudad, y allí, en 1756, se descubrió un subterráneo que fue acondicionado para acoger a la congregación y empezó a llamarse La Santa Cueva. Por su parte, el marqués de Méritos, nacido en Cádiz, era un gran aficionado a la música y tenía un amplio círculo de contactos en los ambientes musicales de la Corte española lo que le facilitó el camino para gestionar el encargo a Haydn de Las Siete Últimas Palabras. De hecho hoy se considera que la idea de introducir piezas instrumentales en el Ejercicio de las Tres Horas en la Santa Cueva de Cádiz se debe a la iniciativa del marqués.

En el marco de las conmemoraciones del V centenario del nacimiento de Santa Teresa, la programación de Las Siete Últimas Palabras de Cristo en la Cruz de Joseph Haydn constituye el establecimiento de un continuum histórico que viene a subrayar la importancia que tenía para la santa la mortificación del cuerpo y alcanzar así la libertad de espíritu: “Cosa imperfecta me parece, hermanas mías, este quejarnos siempre con livianos males. Mirad que sois pocas, y si una tiene esta costumbre es para traer fatigadas a todas”. No solo entorpece el vuelo espiritual sino que como dice Teresa dificulta la vida de la comunidad misma. Viene bien recordar en este momento el hermoso texto de San Ignacio de Antioquia: “Soy trigo de Dios, molido por los dientes de las fieras, seré pan de Cristo”.

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